LA PREHISTORIA DEL AUDIOVISUAL DOMÉSTICO (PARTE 1)

Sí, chicos. Ya está aquí otra vez el abuelo Tommy, contando sus batallitas. Pero hoy me he puesto nostálgico, y eso hay que remediarlo.

Hace poco tiempo apareció una página de Facebook que luego se convirtió en una de las mejores webs para quienes nacimos en la época de la EGB, pero que, por cuestiones legales, no puedo enlazar en este artículo. Y en una de sus publicaciones en Facebook apareció un artilugio que todos los que entonces éramos chavales deseábamos: las minicadenas. Esto me ha hecho recordar nuestro modus operandi cuando se trataba de poner películas y música. Incluso la tele. Por eso, voy a dividir este intento de artículo en Sonido, Televisores y Vídeos. Sí, vídeos. Porque el camino hasta el 4k ha sido largo y duro.

Sonido

Ahora cualquier chaval va por la calle con un smartphone, un iphone, torres de sonido, etc. Los menos, van con un mp3. Pero vayamos por partes.

A principios de los años noventa, los reyes de los salones de la juventud de aquella época (hoy nuestros padres) eran las minicadenas. Los modelos de entonces no se parecían en nada a los actuales. Me explico.

Para empezar, nunca iban con cd ni (¡qué cosas tengo!) con mp3, porque ni tan siquiera había ordenadores en la mayoría de las casas. Iban con varios aparatos ensamblados en un mismo eje. Estos aparatos eran la pletina de casette (¡cuántas canciones habremos grabado de la radio!), el ecualizador (nada de Pop, Rock y Neutro...¡un fader detrás de otro!) y el tocadiscos (¿lo quéeeeee?).


Por aquél entonces, la mayoría de la gente ni tan siqiuiera había realizado la transición al digital. Muchos empezamos teniendo en las minicadenas solamente los tres elementos antes mencionados. ¿Querías un lector de cd’s? ¡apoquinabas!.

Los tocadiscos no necesitaban de grandes operaciones de limpieza, pero, como eran de tracción por correa, tenías que desmontar el plato y ponerle una correa especial que tenías que comprar aparte (y si no, ajo y agua). Cambiar la correa era y es (sí, todavía se usan!) una operación más barata que cambiar la cápsula, cosa que en los tocadiscos que venían en las minicadenas NUNCA podías hacer porque las cápsulas iban soldadas al brazo fonocaptor, y te la tenían que cambiar -PREVIO PAGO- en el servicio técnico de la marca.

El audio portátil o representaban los walkman. Eran una especie de pletinas pequeñas de casette con una clavija de minijack y sintonizador de radio, en las que tenías que meter una casette para poder escuchar música pregrabada (recordemos que cada casette podía almacenar solamente hasta una hora de audio). Además, si querías rebobinar una casette tenías una opción adicional si no tenías walkman, minicadena o radiocasette…¡el boli!.
Televisores

Imagináos un subwoofer de Creative Labs y ponerle un triángulo detrás. ¿Os lo imagináis? ¡Pues así eran más o menos los televisores!. Y no, no eran -en aquella época- de formato apaisado como lo son ahora….¡eran cuadrados, con una trasera que nada tenía que envidiar a un tanque!.

Eran televisores que no tenían mando a distancia. ¿Querías encenderlos, cambiar de canal o, simplemente, bajar o subir el volúmen? ¡a levantarse para cambiarlo! ¡y nada de darle al + o al -…¡ibas canal por canal! (¿zapear? ¿esso qué ehhhh?).

Televisor de Tubo de los años ochenta

Vídeo Doméstico

Todos estáis acostumbrados a ver las películas con perfecta calidad mediante discos duros, blu ray o streaming, ¿verdad? Pues solamente es así desde hace diez años.

A principios de los años noventa había un sistema de vídeo -afortunadamente extinto- llamado VHS. ¿En qué consistía? Consistía en una cinta magnética que incorporaba única y exclusivamente la película -¡EN ANALÓGICO!-, algún que otro tráiler y, con muchísima suerte, algún pequeño así se hizo.
Por supuesto, en los primeros años las películas NUNCA se presentaban en su formato original de cine, sino con la imagen cortada. El sonido era solamente estéreo (en el mejor de los casos), y casi no había películas en versión original. Hay que mencionar, aparte, que, a veces, la cinta magnética se liaba de tal manera que se quedaba inutilizable.

Si querías ver una película que tú habías escogido y no querías comprarla, solamente tenías una opción: ir al videoclub (sí sí, entonces eran tiendas, no eran plataformas de streaming como ahora) y escoger una película. Hay que mencionar, además, que si no devolvías las películas en el plazo estipulado, te multaban (y luego alguno se pregunta porqué están casi desaparecidos).
Por supuesto, a la hora de ver la película no podías escoger el idioma, solamente te venían en una lengua. Y te quedabas “encantado” cuando la película se rallaba, ya que, entonces, veías unas rayas descomunales que te daban por donde yo me se una barbaridad. Y todo ello lo veías con cuatro veces menos calidad que lo que se ve ahora.

Otros sistemas que no triunfaron y que daban veintipicomil vueltas al Vhs en lo referente a calidad eran el Beta y el Laserdisc (con, respectivamente, un 10 y un 150 por ciento más de calidad que el VHS).

Seguiré en la próxima entrada

Comentarios

Entradas populares de este blog

UNA MIRADA HACIA EL TRENHOTEL

ARGENTINA 1985

ÉRASE UNA VEZ UN ESTUDIO. ÉRASE UNA VEZ LA MAGIA DE DISNEY