Quilapayun en Madrid

Texto y Fotos: Jose Tomás Agudo



Quilapayun al inicio de su rueda de prensa en el Salón Bolívar de la Casa de América. De izquierda a derecha Kaito Venegas, Carlos Quezada, Ismael Oddó, Hernán Gómez, Fernando Carrasco, (acompañante desconocido), Guillermo García y Hugo Lagos. 

  El grupo chileno Quilapayun celebra su cincuenta aniversario con una gira que abarcará diversas ciudades españolas. Lejos quedaron ya los años en los que los tres barbudos iniciaron el grupo. Eran años de un intenso activismo social y político, y su actitud de total solidaridad con la clase trabajadora y con el Gobierno de Salvador Allende les costó el exilio.

  Sus comienzos fueron dirigidos por un hombre que quedará para siempre en los anales de la historia como ejemplo de compromiso, solidaridad, coherencia y buen hacer artístico: el cantautor y director de teatro Víctor Jara, aquél cuyos asesinos se han encontrado de frente con el buen hacer de una justicia que ha tardado cuarenta años en llegar.

  En 1970 grabaron la que sería su obra más importante y obra cumbre de la Nueva Canción Chilena: la Cantata Santa María de Iquique, que el pasado Jueves presentaron con narración grabada del gran Héctor Duvauchelle. Ese fue el resultado de su colaboración con otro gran nombre de la canción chilena: Luis Advis, quien un tiempo más tarde compondría la sinfonía "Tres Tiempos de América", que Quilapayun presentaría en 1988 junto a Paloma San Basilio en el Teatro Romano de Mérida. La Cantata recuerda la masacre cometida en 1917 contra un grupo de mineros que hicieron huelga en la ciudad de Iquique, en protesta por las condiciones económicas que sus patrones les habían impuesto.

    1988 marcó el inicio de una nueva era para el grupo. Pinochet había sido derrotado por las urnas, ya no eran los embajadores del Gobierno de la Unidad Popular ni los voceros del Chile democrático en el exilio. Chile había dejado de despertar interés en el extranjero, y eso se notó en el grupo. Vinieron tiempos difíciles marcados por historias en las que no merece la pena insistir, pero todo eso ya ha pasado. De los once miembros en total que componen el grupo han quedado en Chile tres: Eduardo Carrasco (fundador), Ricardo Venegas (padre de Kaito, en el extremo izquierdo en la anterior foto), y Rubén Escudero. Esperamos que en un futuro vuelvan a España todos los miembros del mismo.

EL CONCIERTO

  El show se dividió en dos partes: Cantata Santa María de Iquique y Canciones Fundamentales. Al inicio de la primera parte, Hernán Gómez explicó al público en qué consistía la Cantata. Su voz dio paso a la de Fernando Carrasco, quien dio comienzo a la obra. La parte negativa fue el viento que había en el recinto, que hizo de las suyas con el escenario. Sin embargo, nada quebrantó la solemnidad con la que el grupo impregnó a la primera parte, ni tan siquiera los acoples, aunque el público no pudo evitar aplaudir al inicio del corte más importante de la Cantata: Vamos Mujer.



Fernando y Hugo en un duo de quenas



  La segunda parte fue, sin embargo, mucho más dinámica y alegre. A la Plegaria a un Labrador le acompañaron La Muralla, Tío Caimán, A California Me Voy, La Mariposa, alguna otra canción que en estos momentos no recuerdo, y, cómo no, dos canciones emblemáticas: Malembe (una especie de alegre brujería contra los golpistas del 73) y ese himno que quedará para siempre en la memoria de todos los demócratas, El Pueblo Unido, que compuso junto a ellos Sergio Ortega.




Carlos Quezada parece haber legado a su hijo Sebastián (a la derecha) su amor por la música


  Quilapayun ha asumido el riesgo de realizar música con la justicia, la libertad y la democracia como valores principales. Enarbolan la bandera de la tradición sin quedarse en el pasado. Buscan en el corazón de los pueblos de habla hispana su inspiración, su motivo para seguir cantando. Y, por ello, ocupan el lugar que se merecen. Solo así pueden demostrar que las ideas por las que ellos lucharon -opción peligrosa en su época- siguen vigentes, como sucede en un público que les sigue con admiración y emoción.

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