LA ÉPOCA DE LA CENSURA


  Hay que reconocerlo. Los años ochenta fueron una época excelente en lo que a libertad de expresión se refiere. Cualquiera podía poner a caldo a políticos o expresar su opinión (aunque algunas fuesen repugnantes) sin temor a sufrir represalias de ningún tipo. Cosas de la vida, las redes sociales ni existían ni eran esperadas por nadie, porque la mayoría ni tan siquiera sabían lo que era Internet.

  La situación ha cambiado por completo. Hoy, con el uso (y sin este) de las redes sociales, basta que tu opinión incomode o no se esté de acuerdo con esta para que te etiqueten de chavista, populista, separatista, machista, hembrista y todos los –istas y –fobos habidos y por haber. Los que exigimos libertad de expresión somos, a su vez, los verdugos de la misma cuando nos tocan la fibra ultra sensible (y en este apartado, me incluyo yo). Ponemos el grito en el cielo cada vez que alguien dice algo que no nos gusta, y es por esto que ya muchos gobiernos no echan mano de censores per se: ya lo somos los ciudadanos en general.

  Que etiquetemos sin conocer a las personas (insisto, aquí me incluyo) es una prueba de que la estupidez humana no tiene límites. El ser humano es tan tonto que somos la única especie animal que se ataca a sí misma. Teniendo (en teoría) más inteligencia y raciocinio que el resto de las especies, nos empecinamos en desconocer nuestra propia historia. Es también por esta razón que tan dados somos a poner etiquetas. Nos olvidamos de que algunas de estas, según en el contexto que se empleen y el tono con que se digan, encierran un derroche de odio, ignorancia e intolerancia propios de la Edad Media; y de paso, nos convierten en aquellos personajes y colectivos que despreciamos.

 

La pregunta es la siguiente: ¿quién será el que dé el puñetazo en la mesa y diga que las mujeres, hombres y personas de género no binario no podemos seguir así? ¿Hasta cuándo vamos a seguir sin darnos cuenta de que no por ser de ideas u opiniones contrarias se es peor, repugnante o diabólico? ¿Cuándo nos pararemos a escuchar a nuestros padres para que, en algunos casos, nos quiten la tontería? Loquillo, uno de los rockeros españoles por excelencia, dijo lo siguiente: "Los que dicen que hoy hay fascistas no han visto uno en su puta vida". Tiene razón. Tanta razón como la tuvo el dramaturgo latino Plauto cuando dijo que “El hombre es un lobo para el hombre”.


Comentarios

Entradas populares de este blog

UNA MIRADA HACIA EL TRENHOTEL

ARGENTINA 1985

LA MUERTE DEL TRENHOTEL