OUH BABBO
Muchas veces, las personas como servidor
tienden a experimentar un miedo incomprensible hacia todo aquello o aquellos
que le son desconocidos. Esto se traduce en el miedo para descubrir lugares
nuevos, caras nuevas, gentes con quienes disfrutar y aprender.Eso fue lo que me
pasó en un principio con el restaurante italiano Ouh Babbo, propiedad de Don
Bruno Squarzia.
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Bruno Squarzia |
Bruno es, como él mismo dice, cocinactor. Le
es imposible desprenderse de sus dos grandes pasiones, que son la
interpretación y la cocina. No ahondaremos en su vasto currículum actral, pero,
a ese respecto, debemos mencionar su participación en Cuéntame Cómo Pasó y
Tierra de Lobos, me centraré en la cocina. Bruno ha mamado sus dos pasiones desde pequeño. Su
padre fue un audaz emprendedor que intentó –infructuosamente- introducir la
pasta en Valencia, y Bruno, que nació en España, ha seguido su estela. Lo ha
hecho abriendo uno de los mejores restaurantes italianos que existen en toda
España. El nombre del local es bien evocador, porque en la lengua de Cervantes
significa “¡Ohh Papá!”.
Nada más entrar, uno se da cuenta de que no
está en un restaurante al uso. Bruno pretende que el trato sea educado pero
también familiar, y doy fe de que lo ha conseguido. Este español de padre
italiano y madre manchega resulta ser un libro abierto: se abre de par en par,
cautivando a los comensales con detalles de su vida que hacen que se le perciba
como un auténtico anfitrión, huyendo del trato educado pero superficial que da
en muchos restaurantes.
Sin embargo, lo mejor de su restaurante no
solamente estriba en el propio Bruno, sino en su cocina. Bruno es un hombre muy
exigente en lo que a calidad se refiere, por lo que las materias primas son
enteramente italianas. En lo referente a los entrantes, brillan con luz propia
unos exquisitos rotolone con una maravillosa masa que no es común, pero la joya
de la corona son sus deslumbrantes y enormes pizzas. Al igual que los rotolone,
son hechas en un horno de leña expresamente construido en Madrid por una
familia napolitana que usó piedra volcánica a tal efecto. La perfecta masa que
sostiene tales manjares es acertadamente arropada por una exquisita capa del
mejor mozzarella que un servidor ha probado nunca, una mozarella que nada más
penetrar en la boca se funde en nuestro paladar y nos hace sentir que estamos
en el corazón de la Toscana.
Asimismo, hay que mencionar que todos los
Jueves, a las 23;15, Bruno y una pequeña banda de músicos obsequian al
respetable con una serenata italiana en vivo, donde podrá escuchar uno de los
temas principales de El Padrino.
Bruno Squarzia pone el corazón en todos y
cada uno de los aspectos de su restaurante, desde el más pequeño ingrediente
hasta la austera pero elegante decoración que existe en el local. Espero
fervientemente que la aventura y la pasión le duren muchos años, porque si de
lo que Squarzia trata es de rendir un homenaje a la comida italiana, a fe mía
que lo ha conseguido. ¡Grazie Mile!
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